En los últimos años ha surgido una tendencia clara: los jóvenes europeos de la Generación Z (nacidos aproximadamente entre 1997 y 2012) están dejando de lado la idea de comprar vivienda y optan cada vez más por el alquiler. Aunque las razones económicas son importantes, esta decisión va más allá de la simple asequibilidad: refleja nuevos valores, estilos de vida y una visión distinta del futuro.
Precios de la vivienda: una barrera desde el inicio
Uno de los principales obstáculos para que los jóvenes compren una vivienda es el elevado precio del mercado inmobiliario. En ciudades como París, Ámsterdam, Berlín, Barcelona o Milán, los precios han superado con creces lo que un joven profesional puede permitirse.
Por ejemplo, en Ámsterdam, el precio medio por metro cuadrado en 2025 ronda los 6.900 €, y un apartamento típico supera los 500.000 €. En París, un piso modesto de dos habitaciones supera los 600.000 €, con un pago inicial exigido del 10 al 20 %, es decir, 60.000–120.000 €. Para alguien que está comenzando su carrera, estas cifras son prácticamente inalcanzables.
Comentario: «Trabajo en informática en Múnich y tengo un buen sueldo, pero necesitaría ahorrar durante años para cubrir la entrada. Y para entonces, los precios ya habrán subido», comenta Thomas K., de 27 años.
La flexibilidad como estilo de vida
La Generación Z valora la movilidad. Muchos no quieren atarse a un lugar fijo y prefieren tener la libertad de mudarse a otra ciudad o país por trabajo, estudios u oportunidades personales. Comprar una vivienda limita esa movilidad.
Comentario: «Me mudé de Lisboa a Barcelona para hacer unas prácticas. El año que viene podría estar en Berlín. ¿Para qué comprar una casa si no sé dónde viviré?», explica Sofía, de 24 años, especialista en marketing digital.
Además, el alquiler permite evitar los gastos de mantenimiento, reparaciones e impuestos sobre la propiedad, lo que lo convierte en una opción más práctica.
Desconfianza hacia el mercado inmobiliario
La Generación Z creció con la crisis financiera de 2008. Muchos vieron cómo sus familias perdían sus hogares o se enfrentaban a deudas hipotecarias. Esto generó una desconfianza hacia los compromisos financieros a largo plazo, como las hipotecas a 30 años.
La volatilidad del mercado también influye: en algunos lugares los precios suben rápidamente, pero la rentabilidad de la inversión no acompaña. Por eso, cada vez más jóvenes se preguntan si realmente merece la pena invertir en vivienda.
Nuevas formas de alquiler en auge
El mercado del alquiler en Europa se ha adaptado a las nuevas generaciones, especialmente en grandes ciudades. Están surgiendo modelos innovadores diseñados para la Generación Z:
- Coliving: habitaciones privadas con espacios comunes compartidos y servicios incluidos.
- Alquileres flexibles: contratos digitales, pagos mensuales, sin largos compromisos.
- Modelos de suscripción: que incluyen mobiliario, suministros y limpieza.
En Berlín, una habitación en un espacio de coliving con todos los servicios incluidos cuesta entre 700 y 1.000 € al mes, lo que suele ser más barato y conveniente que comprar.
De la propiedad a la experiencia
El cambio también es cultural. Para muchos jóvenes, el acceso es más importante que la propiedad. Prefieren invertir en viajes, educación, emprendimiento o experiencias, en lugar de atarse a una hipoteca. Tener una vivienda ya no es sinónimo de éxito ni estabilidad.
Comentario: «No quiero pasar mis veintitantos pagando una hipoteca. Prefiero usar mi dinero para viajar, aprender y disfrutar la vida. Ser propietario se siente más como una carga que como libertad», dice Lara, de 26 años, diseñadora en Milán.
Dificultades para acceder a una hipoteca
Incluso quienes quieren comprar se enfrentan a restricciones bancarias. En países como Alemania, Austria o Francia, se exige un contrato laboral estable, historial crediticio y un aporte inicial significativo.
En 2025, los tipos de interés rondan el 3,5–4 %, lo que hace que los préstamos sean costosos. Además, muchos bancos requieren al menos dos años de experiencia laboral comprobada, algo difícil para quienes tienen contratos temporales o están empezando.
Urbanización y saturación del mercado
La Generación Z quiere vivir en el centro de las ciudades, cerca del trabajo, la cultura y sus redes sociales. Pero precisamente en estas zonas, los precios son prohibitivos y la oferta escasa. El alquiler se convierte así en la única opción viable.
Por ejemplo, en Lyon, el precio medio por metro cuadrado en el centro supera los 4.800 €, lo que hace que comprar una pequeña vivienda esté fuera del alcance de muchos jóvenes.
Los promotores se adaptan
Los desarrolladores inmobiliarios están reaccionando. En ciudades como Barcelona, Copenhague o Varsovia, se están construyendo complejos Build-to-Rent, es decir, diseñados exclusivamente para el alquiler. Incluyen gimnasios, coworkings, zonas comunes, tecnología domótica y servicios integrados.
Según Andreas Möller, director de proyectos de Greystar en Hamburgo: «Estamos viendo una fuerte demanda por parte de jóvenes que valoran la comodidad y la flexibilidad. Es un estilo de vida consciente, y el mercado debe responder a él».
Políticas públicas a favor del alquiler
Muchos gobiernos europeos apoyan el alquiler mediante subsidios y controles de precios. En Francia, existe el APL (Aide personnalisée au logement) y en Alemania el Mietpreisbremse (límite al aumento del alquiler) protege a los inquilinos.
En cambio, comprar una vivienda rara vez recibe apoyo similar. Los impuestos, los costes notariales y la burocracia hacen que el proceso sea aún más complicado para los jóvenes compradores.
Conciencia ecológica y vida sostenible
La Generación Z está muy sensibilizada con el medio ambiente. Comprar una vivienda suele implicar mayor consumo: reformas, electrodomésticos, muebles. En cambio, alquilar —especialmente espacios amueblados y eficientes— reduce el impacto ambiental.
Los alquileres ecológicos con energía solar, sistemas eficientes y servicios compartidos ganan popularidad entre los jóvenes que buscan una vida más responsable.
Conclusión: una nueva visión del hogar
La Generación Z no renuncia a tener una vivienda en propiedad para siempre, pero sí la retrasa y la reconsidera. Hoy, la libertad, la movilidad y la independencia financiera pesan más que la propiedad.
En los próximos 5–10 años, es probable que el mercado de alquiler siga creciendo, acompañado de una redefinición del concepto de hogar. Para esta generación, una casa no es una hipoteca de 30 años, sino un espacio flexible, cómodo y sostenible que se adapta a su estilo de vida.