Enviar a un hijo a estudiar a otra ciudad o país es un gran paso hacia su independencia, pero también plantea decisiones importantes para los padres, especialmente en cuanto a vivienda. Con el aumento de los alquileres en muchas ciudades universitarias europeas, cada vez más familias optan por comprar una vivienda en lugar de pagar alquiler durante años sin retorno económico.
En ciudades como París, Berlín, Lisboa o Praga, alquilar un estudio para un estudiante puede costar entre 800 € y 1.200 € al mes. A lo largo de 3 a 5 años de estudios, eso suma más de 40.000 €. En cambio, comprar un pequeño piso puede convertirse en una inversión inteligente, ofreciendo estabilidad, ahorro y una posible rentabilidad a largo plazo.
La ubicación lo es todo
La cercanía a la universidad es uno de los criterios más importantes. Se recomienda que la vivienda esté a no más de 15–20 minutos a pie, en bicicleta o en transporte público del campus. También es clave la proximidad a servicios básicos como supermercados, farmacias, cafeterías, zonas verdes y bibliotecas.
En París, los distritos 5º, 11º y 13º son muy populares entre los estudiantes. En Lisboa, destacan Campo de Ourique y Areeiro. En Berlín, barrios como Neukölln y Friedrichshain ofrecen precios razonables y buen acceso al centro y a universidades.
Precios de referencia en ciudades universitarias de Europa
A continuación, una tabla orientativa con precios mínimos en euros para estudios y apartamentos de un dormitorio:
Ciudad | Estudio (25–35 m²) | 1 dormitorio (35–50 m²) |
---|---|---|
París, Francia | desde 220.000 € | desde 280.000 € |
Barcelona, España | desde 170.000 € | desde 230.000 € |
Lisboa, Portugal | desde 150.000 € | desde 200.000 € |
Praga, Chequia | desde 130.000 € | desde 180.000 € |
Budapest, Hungría | desde 110.000 € | desde 150.000 € |
Berlín, Alemania | desde 190.000 € | desde 250.000 € |
Los precios pueden variar según la zona, el estado del inmueble, los servicios del edificio y la calidad del entorno.
Qué comprobar antes de comprar
Antes de adquirir una vivienda, se recomienda analizar los siguientes aspectos:
- Documentación legal y titularidad
- Estado del edificio y reformas previstas
- Iluminación natural, ruido y seguridad
- Consumo energético y costes de servicios
- Potencial de reventa o alquiler tras los estudios
También es aconsejable contar con un perito o asesor inmobiliario local, especialmente si se compra en el extranjero.
Financiación y costes adicionales
Muchas entidades bancarias europeas ofrecen hipotecas a padres no residentes con ingresos acreditados. En 2025, los tipos de interés oscilan entre el 3,5 % y el 5,5 %. Algunos optan por pagar al contado, pero la financiación permite repartir la inversión en el tiempo.
Además del precio de compra, hay que considerar:
- Impuestos y tasas notariales (según país):
- Francia: 7–8 %
- España: 8–10 %
- Portugal: 6–8 %
- Alemania: 5–6,5 %
- Chequia: 3–4 %
- Gastos de comunidad: entre 50 € y 150 € al mes
- Impuesto de bienes inmuebles (IBI): variable según ciudad
Contar con una estimación completa ayuda a planificar mejor la compra.
Qué hacer con el piso tras la graduación
Después de que el hijo termine sus estudios, hay varias opciones:
- Vender el piso con posible plusvalía
- Alquilarlo a otros estudiantes o jóvenes profesionales
- Reservarlo para otros hijos en el futuro
- Convertirlo en vivienda vacacional o alquiler temporal
En las ciudades universitarias más dinámicas, la demanda de alquiler suele ser constante, lo que reduce el riesgo de desocupación.
Alternativa: residencias de estudiantes gestionadas
Otra opción es adquirir una unidad dentro de una residencia de estudiantes. Estas propiedades suelen estar amuebladas y ofrecer servicios como recepción, lavandería, Wi-Fi y mantenimiento. Aunque el precio por metro cuadrado suele ser más elevado, es una opción cómoda para quienes buscan una inversión con gestión profesional.
Estas propiedades suelen generar rentabilidades netas entre el 4 % y el 6 % anual.
Conclusión
Comprar una vivienda para un hijo estudiante no es solo una forma de apoyo familiar, sino también una oportunidad de inversión. Proporciona estabilidad durante los años de formación y puede generar ingresos o ganancias en el futuro.
Con buena planificación, asesoramiento local y una visión a medio y largo plazo, un pequeño apartamento puede convertirse en un valioso activo familiar y una herramienta para construir patrimonio.