La Unión Europea está intensificando su presión sobre los Estados miembros para que aceleren el uso del fondo de recuperación NextGenerationEU, dotado con €806 mil millones, con el fin de impulsar inversiones en tecnologías verdes. La Comisión Europea ha advertido que los retrasos en la ejecución ponen en peligro no solo los objetivos climáticos del bloque, sino también su competitividad global en el emergente mercado de tecnología limpia.
La transición verde como prioridad estratégica
El fondo NextGenerationEU se estableció en 2020 como respuesta a la pandemia de COVID-19, con el objetivo de impulsar la recuperación económica y, al mismo tiempo, guiar a Europa hacia la neutralidad climática. Al menos el 37 % de los fondos de cada plan nacional deben destinarse a proyectos sostenibles, tales como:
- Instalaciones de energías renovables (solar, eólica, hidrógeno),
- Rehabilitación energética de edificios,
- Transporte público con cero emisiones,
- Innovación industrial ecológica,
- Descarbonización de cadenas de suministro.
Sin embargo, a mediados de 2025, la Comisión Europea ha señalado que una parte importante de estos fondos aún no ha sido gastada, lo que amenaza tanto los objetivos económicos como los medioambientales.
¿Quién avanza y quién se retrasa?
Según el último informe de la Comisión, el 65 % de los fondos ya ha sido desembolsado a los gobiernos nacionales, pero menos del 40 % ha sido realmente invertido. Países como Bulgaria, Eslovaquia, Croacia y Rumanía están entre los más rezagados debido a trabas burocráticas, escasez de personal y cierta inestabilidad política.
En cambio, Alemania, Francia, los Países Bajos y Dinamarca muestran avances significativos. Alemania invierte fuertemente en redes de calefacción e infraestructura de hidrógeno, mientras que Francia apuesta por la movilidad sostenible y la eficiencia energética en viviendas.
Mayor control de la Comisión
En junio de 2025, la Comisión emitió nuevas directrices advirtiendo que los países que no cumplan con los objetivos podrían perder el acceso a fondos no utilizados. El comisario de Economía, Paolo Gentiloni, declaró:
“El fondo de recuperación no es solo una línea de financiación, es nuestro puente hacia un futuro más verde. Cada retraso es una oportunidad perdida para fortalecer la independencia energética de Europa y crear los empleos del mañana.”
Asimismo, Bruselas plantea flexibilizar las normas de reasignación, permitiendo que los países más eficientes accedan a los fondos no utilizados por los más lentos.
El sector privado exige agilidad
Las empresas europeas también han alzado la voz. Mientras Estados Unidos y China aumentan sus inversiones públicas en tecnología limpia, los fabricantes europeos temen perder terreno. El “Inflation Reduction Act” estadounidense, con más de 370 mil millones de dólares para iniciativas verdes, ya ha atraído a varias startups del continente.
La industria europea de paneles solares, baterías y equipos de hidrógeno pide:
- Plataformas digitales para agilizar el acceso a fondos,
- Reducción de plazos para aprobación de proyectos,
- Cronogramas claros de desembolso,
- Impulso a la fabricación local de componentes verdes.
Sin una acción rápida, Europa podría quedarse atrás en la carrera global por el liderazgo en energía limpia.
Una transición ecológica justa
La Comisión también subraya que la transición verde debe ser socialmente equitativa. Los fondos de recuperación no sólo deben respaldar la innovación e infraestructura, sino también proteger a los trabajadores de industrias intensivas en carbono, ofrecer programas de capacitación y facilitar el acceso a la eficiencia energética para hogares vulnerables.
Italia y España han canalizado recursos hacia subsidios de rehabilitación energética para familias de bajos ingresos. Portugal ha lanzado programas de “tejados solares” en viviendas sociales. Estas iniciativas responden al principio de sostenibilidad inclusiva promovido por Bruselas.
Competencia geopolítica en tecnologías limpias
La carrera global por las tecnologías verdes se ha convertido en una cuestión estratégica. Mientras China domina la producción de paneles solares y baterías, y EE. UU. subsidia su manufactura nacional, la UE busca liderar en energía eólica marina, hidrógeno verde y economía circular.
No obstante, sin un uso ágil de los fondos, las empresas europeas pueden verse superadas. Hoy, la escasez de capacidad industrial para componentes clave limita la autonomía estratégica del bloque.
Tensión política y percepción pública
A medida que se acercan las elecciones al Parlamento Europeo en 2026, las políticas verdes se vuelven un tema polarizador. Partidos conservadores en varios países exigen relajar los objetivos medioambientales en favor del crecimiento económico a corto plazo. La Comisión responde que la sostenibilidad no es un lujo, sino una necesidad estructural.
La opinión pública está dividida: muchos apoyan la acción climática, pero otros manifiestan preocupación por los costes energéticos y la complejidad regulatoria.
Conclusión
El fondo de recuperación de la UE representa una oportunidad histórica para acelerar la transición climática, generar empleo y fortalecer el liderazgo tecnológico del continente. Pero su impacto depende de una ejecución oportuna, eficaz y coordinada.
Para no perder esta ventana de transformación, los Estados miembros deben eliminar obstáculos, priorizar la inversión verde y actuar con decisión. El futuro sostenible de Europa se juega en el presente.