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El aeropuerto de Berlín-Brandeburgo (BER), concebido como el mayor proyecto de transporte de Alemania, se transformó en un fracaso épico y en un colosal agujero financiero. Lo que debía demostrar la precisión alemana se convirtió en uno de los mayores fiascos de construcción en Europa. En este artículo, analizamos cómo una idea brillante se convirtió en un desastre multimillonario, quién es responsable, cómo se podría haber evitado y qué lecciones se pueden aprender de este escándalo.
El inicio de un gran proyecto
A principios de la década de 2000, el gobierno alemán decidió construir un nuevo aeropuerto internacional en Berlín para reemplazar los obsoletos aeropuertos de Tegel y Schönefeld. El BER debía ser un centro de transporte ultramoderno, inicialmente diseñado para manejar 27 millones de pasajeros al año, con la posibilidad de expandirse a 50 millones. La construcción comenzó en 2006 y la apertura estaba programada para el 30 de octubre de 2011.
El presupuesto inicial del proyecto era de 2.400 millones de euros. Se creó una empresa llamada Flughafen Berlin Brandenburg GmbH para supervisar la construcción y la gestión, con el gobierno federal y los estados de Berlín y Brandeburgo como accionistas.
Sin embargo, desde el principio, el proyecto encontró problemas que finalmente se convirtieron en una catástrofe completa.
Dónde todo salió mal: una cronología de fallos
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2011: Primer retraso
Pocos meses antes de la apertura prevista, quedó claro que las obras estaban lejos de estar terminadas. A primera vista, el problema principal parecía ser el sistema de seguridad contra incendios defectuoso. Sin embargo, inspecciones posteriores revelaron muchas otras infracciones: cableados defectuosos, cálculos erróneos de las cargas de los edificios y deficiencias importantes en los sistemas de gestión de las terminales. -
2012-2016: Caos en la gestión
Entre 2012 y 2016, el proyecto pasó por una constante rotación de directores generales. Entre ellos se encontraba Hartmut Mehdorn, quien fue despedido después de un escándalo relacionado con la falta de control sobre los contratistas. Fue reemplazado por Karsten Mühlenfeld, pero éste tampoco logró restaurar el orden. Los cambios constantes en la dirección agravaron los retrasos, ya que cada nuevo director necesitaba tiempo para familiarizarse con el proyecto y realizar ajustes, lo que aumentó aún más los costos. -
Costos en aumento y retrasos sucesivos
En 2014, los costos del proyecto habían alcanzado los 5.000 millones de euros. En ese momento, se empezó a hablar de suspender las obras por un tiempo indefinido. Los medios de comunicación apodaron abiertamente al BER como “el valle de la estupidez”, y los alemanes comenzaron a dudar de que el aeropuerto alguna vez fuera terminado. -
2017: Otro escándalo
En 2017, los auditores descubrieron que miles de extintores y detectores de humo habían sido instalados incorrectamente. Además, se reveló que el sistema de ventilación de las terminales no podía manejar la carga requerida y que los cables eléctricos habían sido instalados en violación de las normas de seguridad. Estos errores elevaron el presupuesto a 7.000 millones de euros. -
Octubre de 2020: Apertura tras 9 años de retraso
Después de innumerables retrasos y sobrecostes, el aeropuerto de Berlín-Brandeburgo finalmente abrió sus puertas en octubre de 2020. Sin embargo, las celebraciones se vieron empañadas por la pandemia de COVID-19, que había reducido drásticamente el tráfico de pasajeros. El aeropuerto, diseñado para millones de viajeros, comenzó sus operaciones casi vacío.
Cifras concretas y magnitud de los daños
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Presupuesto: inicialmente 2.400 millones de euros, el costo final asciende a 10.000 millones de euros.
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Cronograma: previstos 5 años de construcción, pero finalmente 9 años de retraso, es decir, 14 años desde el inicio del proyecto.
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Capacidad de pasajeros: diseñado inicialmente para 27 millones de pasajeros al año, pero en 2021 sólo se gestionaron 10 millones debido a la pandemia.
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Sistema de cableado: corregir los errores en la instalación de los cables costó más de 600 millones de euros.
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Sistema de seguridad contra incendios: las mejoras requirieron 1.000 millones de euros adicionales.
¿Por qué fracasó el proyecto?
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Mala gestión del proyecto
Los constantes cambios en la dirección y la falta de una estrategia clara llevaron al caos en todos los niveles. Las empresas responsables de la construcción trabajaban sin una coordinación adecuada y el proyecto carecía de una estructura de control centralizada. -
Tecnologías demasiado complejas
Muchos sistemas, como la seguridad contra incendios y la automatización de las terminales, eran excesivamente complejos. Por ejemplo, el sistema automático de extinción de incendios diseñado especialmente para el BER era inutilizable porque nadie era capaz de programarlo correctamente. -
Corrupción y sobrecostes
Algunos contratistas inflaron los precios de los materiales y servicios, aprovechándose de la falta de supervisión por parte de la dirección del proyecto. Las investigaciones revelaron que aproximadamente el 10% del presupuesto se desperdició en gastos innecesarios. -
Falta de supervisión
Durante todo el proceso de construcción, los controles por parte del gobierno federal y las autoridades locales fueron insuficientes. Las advertencias sobre los problemas a menudo fueron ignoradas, con la esperanza de que el proyecto se “corrigiera solo”. -
Presiones políticas
Varias fechas de apertura se fijaron para coincidir con eventos políticos, complicando aún más la situación. Por ejemplo, la apertura prevista para 2011 debía coincidir con las elecciones, lo que llevó a decisiones apresuradas que solo empeoraron los errores.
¿Cómo se podría haber evitado?
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Gestión centralizada
Si el proyecto hubiera sido gestionado por un equipo unificado con una estrategia clara, se podrían haber evitado muchos problemas. Los grandes proyectos requieren un control centralizado para garantizar la coherencia y la responsabilidad. -
Selección rigurosa de los contratistas
Una revisión exhaustiva de los contratistas y subcontratistas, junto con una supervisión estricta de su trabajo, habría reducido los costos y minimizado los errores. -
Planificación de riesgos
Un proyecto de esta magnitud requiere un análisis detallado de los riesgos potenciales. Por ejemplo, los sistemas complejos de seguridad contra incendios deberían haberse probado en las primeras etapas. -
Transparencia
Una planificación presupuestaria transparente y auditorías regulares podrían haber identificado la corrupción y los sobrecostes desde el principio. -
Implementación gradual de tecnologías
En lugar de introducir tecnologías complejas y costosas de una sola vez, un enfoque gradual habría permitido realizar pruebas y reducir el riesgo de fallos.
¿Qué lecciones se pueden aprender?
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Gestión y supervisión claras
Lección número uno: sin estructuras de gestión claras, incluso los proyectos más prometedores pueden fracasar. Los líderes deben garantizar la transparencia y la coordinación entre todos los participantes. -
No complicar innecesariamente las tecnologías
Los sistemas complejos no siempre son mejores. Las tecnologías deben ser tanto innovadoras como fiables. -
Control de costos
Los grandes proyectos requieren una supervisión financiera estricta. Las auditorías y evaluaciones independientes deben ser regulares y obligatorias. -
Responsabilidad y transparencia
Cada participante en un proyecto debe ser responsable de sus acciones. La transparencia en la toma de decisiones ayuda a prevenir la corrupción y los gastos innecesarios.
Conclusión
El aeropuerto de Berlín-Brandeburgo no es solo un aeropuerto; es una lección para todos los involucrados en proyectos a gran escala. Este fracaso demostró que incluso en un país conocido por su orden y disciplina, pueden ocurrir errores graves sin un control y una gestión adecuados.
Hoy en día, el BER está operativo, pero su reputación nunca estará asociada al éxito. Este proyecto recuerda que los grandes sueños requieren no solo recursos significativos, sino también una atención meticulosa a los detalles.